Un día, una dulce niñita paseaba tranquila por las calles de aquel pequeño pueblecito, cuando escuchó una fuerte voz.
-¡ CAPERUCITA, VEN AQUÍ AHORA MISMO !
La niña se presentó en su casa con una inmensa capa que le cubría el cuerpo. Su madre la regañaba mientras metía la caperuza en un barreño y la restregaba con una pastilla de jabón de marca Lagarto, cuando la madre acabó de lavar la niña se metió en el agua y en un instante recobró su blanca piel. Su madre la volvió a llamar y ante ella mostró una caperuza de color rosa.
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